jueves, 10 de septiembre de 2009

El mundo es para dos


Por: Nadia Rosso


El mundo es para dos.

¿Se han dado cuenta? No, queridas, no es sólo que nos bombardeen hasta por debajo de la lengua con la idea de que tenemos que estar en pareja (en pareja heterosexual, por cierto) y que si estamos solas, automáticamente estamos deprimidas, esperando por el hombre ideal (o la mujer, en nuestro caso).

No, no, el truco es mucho más grande, es toda una puesta en escena en nuestra contra, toda una construcción para hacernos caer.

Pongamos unos sencillitos ejemplos que ustedes pueden notar en su vida cotidiana.

Trampa invisible para hacernos creer que sólo es válido estar con alguien número 1:

“Regalamos pases dobles para (inserte cualquier evento que se le ocurra: cine, teatro, cena -romántica, por cierto-, la playa…) ¿Y qué pasa si una sólo quiere uno? Pos no, a juerzas tienes que tener los dos, digo, nadie te obliga a usar ambos, pero si quieres ir sola, tienes otro boleto y pues como no lo quieres desperdiciar, le hablas al primer amigo que se te pase por la cabeza

“Juanito, ¿quieres ir conmigo al teatro?

–Claro, ¿qué día?

– El viernes.

–Déjame le digo a Chuchito (su pareja)

–Pero es que sólo tengo un boleto…

-Ay, pues, este… es que no sé, porque iba a ver a Chuchito…”

Y entonces una entiende que no, que tienes que ir con alguien especial, que aunque puede ser tu perrito –y no lo dejan entrar- o Juanito, él tiene a alguien más “especial”.

Y aunque una puede ser muy feliz de ir al teatro sola, pues la trampa número uno la hace dudar a una: “Híjole, sí debería de tener pareja, ¿verdad? Para poder ir las dos muy felices y juntitas al teatro con nuestro pase doble que amablemente nos regalaron…”

Luego, bueno, el último recurso es revender el boletito, que como fue gratis, más bien tiene una que regalar… y la gente la ve a una con cara de “¿a ésta qué le pasa? ¿por qué anda regalando un boleto pa’l teatro… qué no tiene con quién ir?

Trampa número dos, que se alía con el machismo que nos rodea en cada átomo:

Digamos que andamos de buenas y queremos ir al bar con nuestra amiga, a escuchar música, tomar una cerveza, distraernos. Si se nos ocurre la imprudencia de ir a un lugar heterosexual, nos sentamos, pedimos unas cervezas, contamos hasta diez y... ¡tarán! Aparece nuestro (o nuestros) príncipe azul al rescate, se acerca, nos mira y dice “¿Por qué tan solitas?” Y quién sabe si los hombres tienen la visión reducida a la mitad, o no entienden la dicotomía singular/plural… porque parecen no darse cuenta de que “sola”, si es en plural, ya no es sola. Pero la soledad de una mujer opera en tanto carezca de un hombre. Como si fuera algo que se necesita, así como carecer de una oreja, un ojo o una pierna. Pero no, si vieran qué bien (y qué requetebién) nos las arreglamos sin ellos.

A las osadas, emancipadas, empoderadas, locas o amargadas que nos gusta salir solas porque lo queremos y lo disfrutamos, tenemos una de dos: chutarnos las pláticas intrascendentes de algún incauto que creyó que salíamos solas a la caza de un hombre, ser amables y darles un número telefónico falso, o ser las más amargadas lesbianas que hayan pisado la tierra, y hacer un desplante suficientemente explícito para que el príncipe entienda, que no nos interesa que nos quite el tiempo destinado a estar con nosotras mismas.

Trampa número tres: Condescendencia.

Siguiendo en la línea de la emancipación o bien locura, cuando una va sola a un restaurante. Llegas, acompañada sólo por tu sombra (y eso, sólo cuando la luz así lo disponga), no hay una persona a 8 kilómetros a la redonda y te preguntan en la recepción del restaurante:

- ¿Cuántas personas?

– Una. Con un poco de suerte, ahí puede parar la cosa. Pero nunca falla, te sientan en una mesa que, por cierto, nunca está destinada para una persona: mínimo dos. Porque las personas (en especial las mujeres) venimos en paquete, ¿qué no? Llega la amable mesera.

–¿Espera a alguien?

–No. Y entonces procede a quitar los cubiertos de la silla vacía que está enfrente de una. La gente que pasa, ve el lugar frente a una, vacío, desolado, sin cubiertos ni servilleta, ni mantelito con el menú del día y las promociones que… dicho sea de paso, siempre se parecen a: “En la compra de una malteada la segunda es gratis” Pero si quiero cambiar mi malteada por un café, pues no me apetece engullir dos malteadas de chocolate… pues no. Porque la promoción es para dos personas.

Y la gente entiende: pobrecita, está solita. ¿Por qué está comiendo sola? La ha de haber dejado su novio… pobrecita, está solita. Y claro, en casos también aplica el incauto que quiere curarnos de nuestra soledad con su heróica compañía… que por cierto, no siempre es del todo altruísta.

Trampa número cuatro: Interrogatorios.

En el trabajo, en la escuela, bueno, hasta en los trámites oficiales. Estado civil: Soltera. Dicen que una mujer soltera no es de fiar. Mejor contratamos a la casada… Una tiene que justificar su soledad, o al menos su ausencia de matrimonio, ante las instancias gubernamentales. No hablemos ya de cuando una supera la edad permitida para ser soltera, porque este adjetivo, que de por sí no es usado de la manera más positiva, se convierte en este otro: solterona. Así como no es lo mismo alguien grande que un grandulón, o un cabrito que un cabrón… tampoco es lo mismo una soltera que una solterona. Mientras más grande, más soltera, y mientras más soltera, peor. Las quedadas… pobrecitas, ellas, ya se les fue el tren para encontrar a un hombre que las haga aparecer en la nómina* del mundo. Quitando ya la absurdidad de que el estado civil importe en algo para que te contraten en un trabajo -o para tu ficha de servicios médicos, o para sacar tu credencial de cliente frecuente del café nubecita feliz, o para la membresía de la biblioteca…- que merece otra columna, hablemos de la interacción social.

Hola, ¿cómo te llamas? Fulanita… bla, bla, bla, bla… (dependiendo de la edad insértese: a) ¿y tienes novio? O b) ¿Estás casada?. Claro, si tenemos la suerte de interactuar en un ambiente no tan cuadradamente heterocentrista, podemos correr con la suerte de que te digan: ¿tienes pareja? O incluso ¿tienes novia?. Pareja, a fin de cuentas. Somos como en el póker: una carta solita, no vale nada, en cuanto tiene par, entonces ya nos sirve de algo. Y claro, la pregunta a veces está encauzada a saber si estamos disponibles, es decir que, si no tenemos pareja, automáticamente estamos en busca de una, y entonces puede comenzar el ritual.

Queridas, no nos dejemos engañar por la enorme trampa publicitaria que es esta sociedad: aunque veamos siempre en la tele, en los comerciales, los espectaculares, el cine… la vida, que lo único que importa en la vida es tener a alguien, no se lo crean. Estar sola también se vale, ¡y se disfruta!


¡Nos vemos en el próximo glosario! :D


*nómina: del latín nomina, nombres. Dícese de una lista de nombres.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Sí, entiendo perfectamente, me sucedió una vez que me fui temprano al cine, y al salir de la función encontré a una amiga con su novio; ambos se horrorizaron al ver que yo había ido... sola.

+*Chokolatosa*+ dijo...

Excelente post!! me encantooo y si..me ha pasado... cuando me reencuentro con amigas en lugar de como esas casi casi te dicen... tienes novio???? USH! jajajaja o tipico la familia empieza con..ahh a ver kien falta e casarse??? ahhhtu..y no tienes noviooo?? pretendiente??? en fin.

Y es que yo no entiendo porque si te ven solaluego luego, como dices, llega el ""principe azul"" digo..minimo una proncesa morada , no???

jajaja Saludos!!

Ariaddnne Salmerón dijo...

Me encantó!!
La pregunta que más me hacen y me parece odiosisima es "soltera??"
Ir al cine sola parece un acto de valentía!! que valientes somos...

Anónimo dijo...

Provocativo. Sin duda, el plantearse otras formas (no convencionales)de relacionarse con lo humano traen vicisitudes consigo. Es patético que se siga privilegiando la horda sobre el-la- individu@ (parece obvio, más barato por docena, Entre más ¿mejor?), la doctrina de ser gregario nos aparta de la -in- cómoda labor de conocernos a nosotr@s mism@s. ¿Será momento de manifestar la libertad mediante la soltería?

Hoja de Chaya dijo...

Taaaaan cierto... Nunca lo había pensado y es cierto: Existe una gran presión social por agrupar a tod@s en parejas...
Y una disculpa por no haber podido ir este sábado!!! Mándame un correo a hojadechaya@hotmail.com y te paso el tip del c-box (pa' poner mensajitos directo al blog y no necesariamente en los posts)
Saludos
Atte. Beatriz

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