No me felicites.
Yo no decidí nacer mujer. Es más, muchas veces
no me siento mujer porque simplemente no cumplo con las formas y códigos que se
les asignan a las mujeres. No aspiro a la belleza estereotípica heterosexual, a ser
delicada, a ser ama de casa, a ser gentil, a sufrir el amor, a ser de esas
mujeres que saben que se deben dar a respetar y mucho menos estoy buscando
casarme con el amor de mi vida.
Ser
mujer va asociado a una serie de demandas de género: culturales, políticas, económicas y sociales,
y yo en muchos sentidos no cumplo con ellas: Soy fea, gorda, velluda por
decisión y sobre todo soy lesbiana. Pero
en este país eso no importa, igual que
otras mujeres salgo a la calle y estoy expuesta a toda la violencia que se
desata sobre las mujeres porque el par de chichis que tiene mi cuerpo hacen que
la gente me asuma como mujer.
El problema es que si te asumen mujer, te
tratan como mujer. Y no les importa la construcción que tengas de ti misma o
las normas de las que seas disidente. Y cuando les importa, es para regresarte
a que seas una mujer en la concepción que tienen de ser mujer.
Entonces, en la calle igual me gritan:
¡Mamacita! Igual que otras mujeres no puedo llegar tarde a mi casa porque me
expongo. Tengo miedo a ser violada cada vez que tomo un autobús por las noches.
Tengo que estar poniendo constantes límites a las personas peros sobre todo a
los hombres. Igual tengo amigxs que no han respetado cuando digo NO QUIERO.
Igual me han acosado. Igual he tenido que bajar al patán que se sobrepasó en el
transporte colectivo. Igual para insultarme me han dicho: ¡Puta! Tal vez igual
que varias, he escuchado que me digan “que debo bajar de peso para ser bonita”,
“que debo ser más femenina”, “que guácala mis vellos” Igual han dudado de mi capacidad de pensar
por ser mujer. Igual me han dado la mano para descender del camión. Igual me
quieren pagar la cuenta por ser mujer. Igual han subestimado mi plática porque viene de una
mujer. Igual me da miedo que un día me desaparezcan en una red de trata. Igual
me da miedo que un día para tratar de callarme o de amedrentarme sea violada. O
que mi mamá tenga que recibir balazos por intentar llevar a un juicio a la
persona que me asesinó. Igual que muchas tengo miedo a que alguien me
quiera “quitar lo lesbiana”. Igual he llorado porque a una de mis hermanas la
golpearon por celos machistas. Igual he visto como mujeres a las que quiero han
maltratado su cuerpo para ser el modelo de belleza que le exigen ser. Así, infinidad de
veces he tenido que pasar por todas las formas de violencia que se ejerce sobre
mi ser y mi cuerpo por el sólo hecho de nacer mujer, y he sentido el maltrato
que han recibido las personas que amo porque nacieron mujeres.
Por
eso, cuando alguien me felicita por ser mujer una inmensa rabia sale de mí. Más
si ese alguien me dice: “A ti por ser delicada, por tu fortaleza y tu belleza”,
ahí seguro que tengo que ir a vomitar. Me están felicitando por ser, no por
hacer, sino por ser. Siento como si me felicitaran por nacer con una vulva (la
cual amo) y celebren que yo tenga que vivir todas las desventajas económicas,
políticas, sociales que significa tenerla. Además me felicitan porque en su
mentalidad nací para cumplir con todo su estereotipo de lo que significa ser
mujer. ¿En serio me van a felicitar por toda la violencia que me han atribuido
por nacer mujer?
Pior
tantito si escucho que alguien dice: “Pero ya es hora de que sea el día de los
hombres, para que haya más igualdad” Entonces ahí sí me pongo ya más loca. Porque
lo colocan en la banalidad dicotómica de hombres/mujeres. En el superfluo
razonamiento de que si hay un día de la mujer, debe haber un día para el
hombre. Cuando en realidad no hay un día que celebre que seas mujer.
El
8 de marzo es un día que conmemora todas esas luchas y acciones de las mujeres que han tenido para conseguir
una vida más digna, más equitativa, más justa. Una lucha de la que todas las
personas nos hemos beneficiado. Desde mi hermano que puede salir a la calle felizmente
cargando a su bebé y su pañalera, hasta mi sobrinito que juega con tacitas y
platitos rosas. Pero quienes más nos hemos beneficiado somos las mujeres, o las
personas a quienes se nos asume como mujeres.
Yo
por eso conmemoro con gratitud todas estas formas de lucha. También celebro las
luchas de ahora, las de mis compañeras activistas, las de mis hermanas, las de
todas las mujeres que soñamos que este panorama cambie. También no olvidó a las
mujeres que han dado la vida por el sueño de una sociedad más digna. Y, por
supuesto, conmemoro a quienes han perdido la vida en manos de la violencia
feminicida y la violencia feminicida lesbofóbica, porque ya no quiero que esto
se repita, porque no quiero que más personas que nacen con una vulva tengan que
sufrir todo lo que significa para el sistema nacer con vulva.
Por eso digo: ¡Abracémonos, apapachémonos y salgamos a luchar para cambiar el sistema!
Por: Seluna.
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